A pesar de que el diagnóstico de cáncer de ovario en un primer estadío es algo difícil, el examen físico es lo más común para detectar señales como un ovario agrandado (a través del examen pélvico) o signos de líquido en el abdomen (ascitis).
De encontrar algún motivo de sospecha, el médico procederá con análisis más profundos, los cuales pueden incluir estudios por imágenes (tomografía computarizada, resonancia magnética, ecografía) que si bien, no determinarán la presencia específica del cáncer, sí pueden ayudar a saber si el mismo se ha propagado a otros tejidos u órganos.
Además se procederá a un análisis de sangre llamado CA-125 para afirmar la sospecha que luego podría confirmarse tras la operación para biopsia u operación para extirpación. Un paso que se tomará con el pleno consentimiento de la paciente, tras la necesaria visita al ginecólogo oncólogo especializado.